martes, 14 de agosto de 2012

San Luis Potosí es conocido a nivel nacional por su belleza arquitectónica y por su peculiar gastronomía, sin embargo, resaltan 10 sitios que no se puede perder cuando la visite.

1. San Agustín: hotel y museo

Cruzar su puerta es sentir que el siglo 19 no se ha ido. El bullicio de la calle no penetra en las gruesas paredes de esta lujosa casona que anteriormente fue habitada por monjes agustinos.

El área que fuera el patio central, hoy es el lobby, con un pozo de cantera, un piano de cola y un domo de cristal tipo murano que cubre el techo. Si se avanza un poco más se hallará la escalinata helicoidal, con barandales de hierro forjado, que conduce a los cuartos.

Quien guía por los pasillos de San Agustín es una mujer vestida a la usanza de los tiempos de Luis XV y de Napoleón. Ella se encarga de explicar que cada habitación tiene un decorado especial y que la mayoría de las obras de arte que conforman la galería del hotel (700 piezas aproximadamente) fueron adquiridas en pueblos franceses, bajo la supervisión de un experto anticuario.

2. Mezcal con denominación de origen

El mezcal es digno de tener su propia casa, y en la capital potosina la ha encontrado, no sólo porque el estado se encuentra dentro del área de Denominación de Origen, también porque en La Piquería dicen que se sirven los mejores tragos de la región, esos que provienen de Laguna Seca.

Hay que llegar directamente a la barra y pedir “una veladora”, sí, el vasito que tiene la cruz al fondo. Se comienza a calentar la garganta y a probar si el cuerpo aguanta el “torito espina’o”, un mezcal más pegador. Y así uno va midiendo su aguante, pasando por “el diablito” hasta llegar al “chingadazo”, un trago añejado.

La mezcalería se divide en dos pisos. El primero es para platicar cómodamente en sillones, con un barril como mesa. La planta alta es para los bailadores, tragones y fumadores, todos disfrutando de una panorámica de la Plaza Aranzazú.

Tragos desde: 30 pesos. En Independencia, esquina con Ocampo.

3. Colección de figuras esculturales

Museo Federico Silva: Escultura Contemporánea es el nombre oficial del recinto dedicado a este artista mexicano, quien fue asistente de David Alfaro Siqueiros y creador, junto con Mathías Goeritz, Hersúa, Helen Escobedo y Sebastián, de importantes iniciativas teóricas y escultóricas.

Abrió en 2003 y fue el primer museo de su tipo en Latinoamérica. Las obras se distribuyen en dos plantas, incluyendo la azotea con la instalación permanente Umbral. En total son 62 piezas, entre ellas figura el material de Juan Soriano, Manuel Felguérez y una sala exclusiva para el arte huasteco. Dos de sus obras que no te puedes perder: El chaneque piloto y Don Goyo.

El recinto abre de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas. Álvaro Obregón 80, frente al Jardín San Juan de Dios.

4. Cocina de autor con aires virreinales

La Virreina es el restaurante más antiguo y el de la mejor cocina potosina de autor.

Una larga duela de color caramelo se extiende por todos los salones sostenidos por gruesos y gigantes pilares de cantera pura. Del techo penden candelabros y, para rematar, los muros han sido decorados con pinturas originales de esa época que vio su esplendor en San Luis Potosí, Puebla y el DF. El restaurante es accesible y hay que ir vestido casualmente. Abre de lunes a sábado de 8:00 a 20:00 horas.

5. Tres kilómetros que atraviesan la Ciudad

La zona peatonal más grande de México se encuentra en San Luis. Ésta comienza en el Mercado Hidalgo y ve su fin en la Basílica de Guadalupe. De punta a punta, la Calzada de Guadalupe tiene una extensión de tres kilómetros. ¿Qué encontramos si nos animamos a caminarla? Empecemos por decir que aquí el barroco hace una explosión total de su belleza. Este andador es el que posee la mayoría de los edificios construidos con este abigarrado estilo.

Fachadas completamente ornamentadas con follajes, ángeles, espirales y frutos de cantera mexicana merecen tiempo para ser admiradas. El amarillo, el rojo, el naranja y el gris predominan en los balcones de cada casona.

Antes de que el paisaje barroco cambie por una inmensa hilera de árboles, hay que hacer una escala en el Centro de las Artes del estado. Su fachada es similar a la del Palacio de Lecumberri del Distrito Federal. La diferencia es que aquí se encuentra una antigua cárcel en donde estuvo preso Francisco I. Madero. Se puede visitar sin costo.

También hay que tomarse un tiempo para entrar a las tiendas de ropa, artesanías, rebozos y mezcal, además de las pequeñas galerías de arte.

6. La Catedral y sus 24 apóstoles

Corría la mitad del siglo 17 cuando se comenzó la construcción de este magno templo llamado San Luis Rey, el monumento más venerado por los potosinos.

Sus dos torres se pueden apreciar desde cualquier terraza que se ubique en la Plaza de Armas e incluso un poco más allá.

Hay algo que todos debemos saber: es el único templo en el mundo en donde se pueden apreciar 24 apóstoles; doce labrados en mármol y el resto, de cantera, distribuidos en las orillas de su techo.

En su interior, el altar principal es resaltado con un ciprés de mampostería, del cual se desprenden dos altares secundarios, uno dedicado al santo Manifestador y otro a la Virgen de la Expectación, a la cual se le puede apreciar embarazada.

7. Ponte tu rebozo de bolita

Es el poblado de Santa María del Río en donde nace el famoso rebozo. En la Casa del Artesano no sólo podemos encontrar una exhibición de ellos, si no también adquirir unas cuantas piezas, incluyendo unas lecciones para elaborar nudos.

Anteriormente el rebozo era confeccionado en seda natural producida en la región, pero al llegar la Revolución el desarrollo fue más difícil, así que se sustituyó por una seda sintética llamada artisela. Pero aquí no nada más importa la fibra con que esté hecho, sino también el trabajo del artesano que con sus propias manos da forma y figuras a lo que han de portar las mujeres de todas las clases. Los más típicos son los llamados de bolita y el de barbilla. El precio del rebozo varía según el esmero que el artesano haya puesto en él. Los hay desde 300 pesos.

8. Los infaltables de la Plaza del Carmen

La travesía viajera por el centro histórico debe incluir la Plaza del Carmen, un punto en donde se juntan varios atractivos.

Empecemos por la iglesia del mismo nombre, sitio obligado por su fachada de estilo barroco churrigueresco.

Si el exterior es impresionante, el interior lo es más con una portada de estilo plateresco, en el que se junta el gótico, el renacentista y el morisco. La mayor parte fue elaborada por los indígenas de la región. Su arte tan minucioso se ve reflejado en las esculturas de arcángeles y santos.

Al salir hay que dirigirse al Teatro de la Paz, con esculturas de bronce y murales de mosaico. En la esquina está el café Del Teatro, para degustar un capuchino y recuperar energía para continuar al Museo de las Tradiciones Potosinas, en donde se descubren la historia y el significado de las cofradías que desfilan por las calles de San Luis.

9. Para endulzar el Viaje

Una larga vida es la que lleva la Chocolatería Costanzo, fundada en los años 30.

Al día se producen alrededor de 4 mil 500 kilos de diversos dulces, entre chocolates, caramelos, gomitas, duquesas, tornillos, nuez encanelada y enjambre de nuez, esponjas, enanos y otras 150 variedades más de golosinas de la región. Dicen que no probarlas es como no haber ido a la capital potosina.

Si hablamos de precios, los hay desde cinco pesos, si es que piensas llevar a casa bolsas de un kilo o costales.

10. Por el gusto de enchilarse

Sobre la calle Francisco I. Madero, justo atrás del templo del Carmen, se ubica un andador gastronómico y las enchiladas potosinas son el plato fuerte de la zona.

Cuando se oculta el sol, esta calle cobra vida. Familias, parejas, amigos y turistas se acercan a los puestos para pedir su “orden” de tres enchiladas rellenas de queso, bañadas en salsa de chile cascabel y un poco de crema. ¡Listo! a saborear el platillo que fue inventado por la señora Cristina Jalomo. Éste se acompaña mejor con una taza de café de olla, con todo y canela.

La cena callejera seguro no rebasará los 50 pesos. Los puestos se encuentran abiertos hasta la medianoche, así que las almas fiesteras calmarán el hambre que suele manifestarse después de unos tragos. 












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